Por suerte quedan en Galicia lugares con un encanto especial, lugares que, a pesar del paso de los siglos, se mantienen casi intactos y conservan esa magia que los hace únicos. Este es el caso de este desconocido y escondido puente de Piñeiro, oculto en el frondoso bosque autóctono del valle del río Caraño. ¿Alguién conoce esta maravilla? La verdad es que es difícil que sea conocido.
Hemos dado con este rincón gracias a un simple mapa topográfico que denomina este puente como romano.
Lo más fácil es llegar desde la playa fluvial de Maceira en vehículo. Tomaremos la carretera que asciende junto al camping y nos dirigiremos a Piñeiro, pasando a los pies de la Ermita de A Guia , ya en el mismo Piñeiro. Al llegar al puente de la carretera que cruza el río Caraño, que lo hace con una pronunciada curva, deberíamos dejar el vehículo. Enseguida nos daremos cuenta de la belleza que esconde este río, cuyas cristalinas aguas emanan del corazón de la mítica y legendaria Serra do Suido. No tendremos duda de que es el puente sobre el Caraño si vemos una cruz en una esquina de la carretera en recuerdo de un fallecido por accidente. Ahora debemos ascender unos 50 m andando por el asfalto y al lado derecho cogeremos un pequeño sendero que asciende suavemente. Por aquí es.
Pronto veremos como la senda comienza a descender en dirección al río y se convierte en una interesante calzada de piedra, mientras nos adentramos en un precioso y verdadero bosque autóctono de Galicia. Al poco de comenzar la calzada nos encontraremos con un trozo que se ha derrumbado a causa de las raíces de un árbol. A tan sólo unos cien metros, ahí está, el fantástico puente, que cruza el río con un sólo arco, como si fuera un centinela secular. Ahora sólo merece la pena maravillarnos ante el espectáculo natural e histórico que se encuentra ante nosotros. Al cruzarlo podremos hacerlo sobre sus piedras originales que están algo cubiertas de maleza, prueba de que este lugar es prácticamente desconocido.
El puente se construyó hace siglos sobre un lecho puramente rocoso y de gran consistencia. Se eligió una zona del río, donde las pendientes eran las más suaves de todo el valle, para poder salvar así el desnivel de la calzada que llegaba desde Piñeiro da Igrexa y cruzaba el río Caraño. Es probable que la antigüedad se remonte al siglo XVIII o quizás ya al XIX. Su espléndida sillería nos indica el alto coste de este puente para su época, ya que su construcción conllevaba un gasto enorme, en material y en mano de obra, por lo tanto debería construirse tan sólo si iba aportar un gran beneficio. Entonce es lógico pensar que en esta apartada y casi despoblada zona debía transcurrir una ruta comercial de cierto prestigio. Por ello se puede pensar que este puente de rasante horizontal y un sólo ojo, podría formar parte de la ruta de los «arrieiros», que eran los verdaderos «transportistas» del vino que provenía del Ribeiro y llegaba hasta zonas más al norte y a la costa de las Rías Baixas. Lo más probable es que la vía viniera desde Godóns atravesando el Tea por el puente de Fofe y después dirigirse a Piñeiro. Un poco más adelante de este puente este camino se juntaría con el proveniente de Barcia de Mera en dirección a Fornelos.
A ambos lados del puente se conservan buenos tramos de calzada original de esta posible ruta. Junto a las viejas piedras del puente se encuentran otras centenarias piedras que forman un viejo molino de agua medio derruído, pero que conserva sus elementos originales, lo que da al lugar un aire aún más interesante. Si esto fuera poco, las transparentes aguas del río Caraño forman aquí unas fantásticas pozas y pequeñas fervenzas, que se pueden apreciar cuando el río baja con poco caudal. Además veremos en la propia roca, surcos creados para canalizar el agua y llevarla probablemente a otros molinos río abajo.
El concello de Covelo cuenta con una serie de antiguos puentes, que ninguno de ellos debería dejar de ser visitados como el vecino de Portofurado, el de San Xoan de Mosteiro o el de Fofe, todos auténticas joyas históricas enmarcadas en incomparables marcos naturales.
Que belleza me encantaría conocer lo lugares que ha recorrido mi abuelo y bisabuelo