Existen valles en Galicia cuya orientación sur permite que estén resguardados de los fríos vientos del norte. El valle del río Alén, afluente del Tea, es uno de ellos. Esto permite que estos tengan una vegetación frondosa y en gran parte autóctona.
Nos encontramos en San Xoán de Mosteiro, en el valle del Río Alén, un hermoso lugar donde parece que el tiempo se ha detenido hace cientos de años. Bien vale dejar el coche en la carretera asfaltada para no deteriorar este paraje mágico. Al finalizar la pista de tierra que nos lleva por el valle del río Alén desde Ponte Caxil a través de poco más de 1 km llegaremos a la capilla de San Xoán de Mosteiro.
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Monasterio de San Xoán de Mosteiro
Según diversos escritos cuentan que en este lugar se ubicó un antiguo monasterio benedictino, probablemente del siglo XI, de ahí el nombre de «mosteiro». De este no parece quedar restos visibles, aunque a la vista está que este lugar nunca dejó de ser frecuentado y lugar de mucho trajín. Ni siquiera sabemos hasta que siglo estuvo dicho monasterio, pero es muy probable que el neveiro de Chan de Anduriña situado en las Costas do Alén pudiera pertenecer a este.
Capilla de San Xoán de Mosteiro y cruceiro
Nos da la bienvenida un cruceiro, el cual tiene unas inscripciones en la base y que seguramente date de las misma época de la capilla. De telón de fondo, bajo una capa de frondosos carballos centenarios, se esconde la pequeña y sencilla capilla que construyó la inquisición a principios del siglo XVIII. Se trata de un pequeño templo de planta rectangular compuesto de dos cuerpos más el pórtico que seguramente fuera añadido posteriormente.
Su arco en la puerta nos muestra los rasgos de capillas datadas entre los siglos XVII y XVIII y la echa de la construcción nos da fe una inscripción en el lateral de la iglesia que reza lo siguiente: «Hizo esta capilla a su costa el LZDº (licenciado) Don Alberto Bello, comisario de la Santa Inquisición, abad e hijo de cvº (vecino) de esta. Año 1709«.
Así sabemos que la actual capilla fue construida entre los años 1705 y 1709. Cuentan que en los alrededores de la capilla se celebraban fiestas populares amenizadas con gaitas, bailes y botas de vino. Sin embargo fueron prohibidas por el obispado aludiendo que no se consentirían este tipo de fiestas debido a estas costumbres que para el clero no dejaban ed ser paganas. Así la capilla fue cerrada en diversas ocasiones durante el siglo XIX.
Junto a la capilla existe una antigua fuente de piedra probablemente del siglo XVII también.
La calzada
Justo al lado de esta fuente podremos ver ya un camino empedrado que se dirige a las profundidades del valle con un ascenso pronunciado. Por aquí pasaba una importante vía de comunicación que era aprovechada por los arrieros que trasladaban sus mercancías en carros desde el sur de Galicia hacia Pontevedra o Santiago. Debemos saber que Covelo es tierra de arrieros y desde siglos tuvieron una gran importancia en las comunicaciones. No en vano en Covelo aún se conservan numerosos puentes seculares de piedra que cruzan ríos y valles y que comunicaban todos con las vías que se dirigían a Fornelos de Montes.
La calzada se adentra en ascendente en la frondosa fraga. Sobre las piedras de la vía, podremos observar las marcas de los carros hechas a lo largo de los siglos. Cuanto más pendiente, más profundos son los surcos. Paralelo al camino, pero en un nivel inferior, existe lo que parece otro camino estrecho abandonado, pero más llano. Tiene pinta de un viejo canal que captaba el agua del río Alén y que posiblemente diera servicio al entorno de la ermita, pues hasta allí parece llegar.
El puente de San Xoán de Mosteiro
Continuamos por la calzada y esta comienza a bajar y pronto podremos apreciar que el río está muy cerca y que el camino se dirige hacia a él. Pero, ¿Cómo lo cruzaremos? No imaginamos el hermoso puente que vamos a atravesar. Tampoco logramos pensar como es que este puente ha permanecido inalterable y casi oculto durante varios siglos. Al mirar a nuestro alrededor, bien podríamos decir que estamos en un precioso decorado. Es aquí donde el color verde alcanza su máxima expresión.
Miles de gamas y tonos de verde, mezclados con las cristalinas aguas del río y con la piedra del viejo puente, hacen de este lugar, un lugar incomparable y de insuperable belleza. De un sólo arco, este puente cruza el río continuando la calzada de piedra, que ahora comienza a ascender. El arco es muy ligeramente apuntado lo que nos podría llevar al tipo de puente del siglo XVIII, seguramente contemporáneo a la ermita. Hay quién lo cataloga como románico y la verdad es que podría tener similitudes pero diferentes elementos nos llevan al siglo mencionado, probablemente de principios del XVIII.
Es probable que este carreiro y este puente fueran parte de una ruta de arrieiros que bien podría ir hasta Verducido, a Puente Anceu, en Fornelos de Montes.
Aprovechando parte de la depresión que forma los valles del Alén y del Tea, puede que fuera la ruta escogida por los arrieros de la zona de Mondariz, o de A Paradanta y diversas partes de O Condado limítrofes con el Miño, para llegar hasta Pontevedra o seguir más al norte. Debemos saber que en las zonas próximas a esta existen varios puentes del siglo XVIII lo que hacen pensar que fueron varias las rutas que aprovechaban los valles del Tea para su acceso al interior de Galicia para después dirigirse generalmente a la costa. Ejemplos de esto son los cercanos puentes de Portafurado y de Piñeiro sobre el Río Caraño, y el de Puente Abuíña y Puente de Fofe. Si seguimos el valle por la orilla izquierda el camino se pierde en las llamadas Costas do Alén y se dirige hacia A Cidade dos Mortos, un lugar que también debemos conocer.
Fonte Santa
Cruzando el puente empezamos a ver restos de muros a ambos lados, hasta que el camino aunque continua, parece llegar a un destino; «a Fonte Santa». Una fuente, escondida en la profundidad de la fraga, semejante a la que acabamos de ver junto a la capilla. Pero, nos llama la atención poderosamente, un dato; cientos de cruces de madera, piedra y palos se encuentran depositados en la misteriosa fuente. Cuenta la tradición que debemos ir el día de San Xoán con tres cruces que habremos hecho de camino y serán depositadas en la fuente. Con ellas podrás pedir tres deseos.
Parece ser que la tradición cuenta que dejemos una cruz sobre la fuente y bebamos de esta agua, de la cual dicen que no cambia de temperatura en todo el año. Bebiendo, pediremos un deseo. Esta fuente fue sepultada por un deslizamiento de tierra que la mantuvo escondida largo tiempo. Fue redescubierta por el párroco y la señora Tita, que recordaba de niña este lugar.
Tan misterioso lugar parece ocultar algún secreto y sobre todo el enigmático nombre del río Alén, el río del más allá.. Se habla de cuevas, ruinas, fuentes romanas, aquelarres, monasterios benedictinos… no es de extrañar por qué la inquisición hizo construir aquí una capilla en el siglo XVIII. Hay también quién cuenta que esto era un camposanto para enterrar a los niños no bautizados…
El canal
Paralelo y por debajo del camino empedrado y en gran parte en la ladera trabajada a propósito, discurren los restos de un canal de agua. Este curioso canal recoge el agua del río Alén algo más arriba del puente, unos metros más arriba de la curva que forma el río en este lugar. Lo curioso es que el canal después de captar el agua pasaba sobre el camino empedrado para discurrir paralelo a él, por la ladera rocosa, hasta llegar casi hasta la capilla, en donde vuelve a cruzar el camino hacia la fuente, por la cual pasa a sus pies. Posteriormente se dirige también a los pies del cruceiro y sobre el aparcamiento parece perderse la pista, pero no, continua junto a la pista de tierra y pueden verse aún algunos tramos. No sabemos su antigüedad pero podríamos hacernos una idea cuando encontramos los molinos, pero sin embargo nos llena aún más de duda.
Los molinos
Se trata de dos molinos escalonados que se encuentran entre la pista y el río y que probablemente recogieran para su trabajo el agua del canal. Uno de los molinos parece tener muchos años, posiblemente dos siglos. Sin embargo el de arriba parece más moderno, o por lo menos restaurado en gran parte. La teja, el cemento, los sillares, nos hacen apreciar que estuvo en uso en el mismo siglo XX. Por ello no cuadra el canal, pues para alimentar al antiguo bien podría, pero para el moderno se hace difícil o imposible que el canal que discurre hasta llegar aquí se mantenga en tan pésimas condiciones y casi desaparecido, y además no haya restos del canal sobre el camino empedrado. A esto le sumamos su rústica apariencia, sin ningún material de construcción reciente. Aunque no exploramos las zonas por arriba del molino, creemos que el molino moderno recibía el agua ya de otro canal posterior que captaba las aguas de un riachuelo cercano.