En la ruta arqueológica de Armea y entre el Penedo da Moura y el castro de la Atalaia, encontraremos las conocidas Pioucas da Santa (Pilas de la Santa). Aquí, según la leyenda de Augas Santas, fue donde Santa Mariña fue refrescada por San Pedro después de sufrir martirio en el horno que se encuentra la cripta y la basílica de la Asunción.
Se trata de una roca con dos pilas labradas, y que según la tradición siempre tienen agua. Un agua que es es milagrosa, buena para la vista, los dolores de muela y el reuma. La creencia afirma que para sanar es necesario llevar en la espalda dos piedras pesadas con forma de idoliño (ídolo – estatua) y dar tres o nueve vueltas al interior del recinto. Las pilas se encuentran protegidas por una pequeña muralla de mampostería que las rodea.
Según alguna interpretación, las pilas podrían haber sido las muescas utilizadas para la sujeción de un lagar de aceite o vino, cosa que podría demostrar una gran piedra descubierta en la zona que asemeja a los lagares romanos. Existe también un hueco cuadrangular en donde se erigió una cruz que fue llevada hasta el Monte Gandarela, justo al lado del yacimiento del Monte do Señoriño.
Otros lugares de la leyenda de Sta. Mariña de Augas Santas
Sobre las pilas existió un gran roble de más de nueve metros de diámetro, denominado Carballo da Santa. Un rayo lo partió a mediados del siglo pasado. Según dicen, el párroco vendió el carballo por su madera en el siglo pasado, pero el mismo día que fue vendido el rayo lo partió, quemándolo y destruyéndolo por completo. El comprador falleció en extrañas circunstancias a la semana siguiente y lo mismo sucedió con el párroco poco después. En la actualidad existe otro carballo de buen porte, pero mucho más joven.
Existe a los pies una piedra en forma de «fourella» (oreja), a la que también se le atribuyen cualidades curativas y también tiene agua permanentemente.
Otr lugar relacionado con la mártir es la Santa de la Piedra que dista unos dos kilómetros en dirección oeste de Santa Mariña. Se trata de una piedra granítica con una brecha en el medio y en el interior tiene una escultura de granito conocida como «cachola». Existe un depósito con aguas de las que dicen que nunca se evaporan. En este lugar también se cuenta que había un gran carballo. Un poco más abajo está la Fonte das Donas que es muy poco conocida y que tiene encima de la roca una imagen de la Santa encargada por el párroco Antonio Cid en 1790.
Aparte de las Pioucas da Santa, son dignos de mención los grabados rupestres de A Vacariza en donde se representan unas herraduras y la señal de dos pies humanos. Posteriormente fueron añadidas cruces cristianas.