Varias son las zonas del río Miño en su curso bajo en las que los romanos hace dos mil años abrieron una serie de explotaciones a cielo abierto en busca de oro y así poder abastecer de este material tan codiciado a la ciudad de Roma. Encontraremos minas de oro romanas en las dos orillas del Miño, tanto de Portugal como en Galicia. Algunas eran pequeñas explotaciones, pero otras abarcaban una gran exyensión y para las labores de extracción se necesitaba una gran mano de obra y aportar una gran cantidad de recursos.
Algunas de las minas de oro romanas que conocemos en la zona de las comarcas de O Condado y Comarca da Paradanta que utilizaron los sedimentos depositados a través de miles de años en las terrazas fluviales del río Miño son las ssiguientes: En Salvaterra de Miño tenemos en Fillaboa, a orillas del Miño y del Tea y las desaparecidas de Oleiros por el Puerto Seco; en As Neves las de Medáns; en Crecente la de As Grovias y finalmente en Arbo encontraremos la mayor explotación de oro de este tramo del río Miño, las minas romanas de oro de A Lagoa, que abarcan unas 40 ha y de la cual se cuenta que sería necesario el movimiento de 2 millones de m3 de sedimentos.
Existían labores de extracción auríferas primarias y secundarias. Las primeras consistían en extraer el mineral del interior de las rocas, como el granito, y las secundarias extraían el material dorado que se depositaba en las cuencas y terrazas fluviales de los ríos bajo siglos de sedimentación.
Las del Miño son de carácter secundario y para la obtención de oro era preciso remover miles de toneladas de tierra y piedras, y como no, con la ayuda de agua y de la mano de obra barata del imperio, los esclavos.
Por lo general el agua era conducida por kilómetros de precisos canales hasta las minas y se iban creando las zonas de extracción y las zanjas de lavado y vaciado. Esta mina de oro romana de Arbo recibe el nombre de A Lagoa, probablemente por causa de alguna de las lagunas creadas artificialmente por los romanos. El mismo caso lo tenemos en Fillaboa, en donde la zona de una de las minas de oro también recibe el nombre de A Lagoa.
Las minas romanas de oro de A Lagoa de Arbo aún conservan en parte su configuración original, aunque se han visto seriamente afectadas por la construcción del parque empresarial de Arbo, cuyas instalaciones se encuentran sobre el punto de extracción principal del mineral.
Río arriba, en Barcela, existen los restos del castro da Cividade, probablemente un castro minero relacionado con esta explotación.
Para poder ver algo, nosotros lo hemos hecho empezando desde uno de los aparcamientos del polígono (ver mapa de abajo). Bajando la pista y bajo un bosque de eucaliptos nos encontraremos los restos de la zona llana de extracción y siguiendo las pistas tendremos restos de canales de desagüe y lavado, grandes zanjas con depósitos de sedimentos (murias), retirada de estériles, y una balsa de decantación, en donde se aprecian los restos de un muro de contención. De los canales de traída de agua hacia la mina no parece haber restos debido a los cambios en el paisaje circundante a través de los siglos. Lo más probable es que el cercano río Cea fuera el origen de dichos canales.
En Arbo, también tenemos los restos de otra explotación más pequeña 300 metros al oeste del campo municipal de fútbol de esta localidad.
Podemos aprovechar para acercarnos a orillas del río Miño y descubrirlo en esta zona y más sabiendo que por aquí pasa el sendero de pescadores de Arbo, tanto río abajo hacia Sela, como río arriba hasta la playa fluvial y puente internacional, quizás este último uno de los tramos más hermosos del río Miño en estas comarcas.
Bibliografía
- Canales romanos inéditos en la minería aurífera del Baixo Miño
Gustavo Pascual Hermida. Pag. 49. - Povoamente e exploração dos recursos mineiros na Europa Atlántica ocidental
- La Minería Romana del Valle del Rosal al Valle Miñor
«Minas romanas» no, minas galegas en épocas de ocupación romana.
«Minas romanas en la Gallaecia», que es el nombre que dieron los romanos a estas tierras y de ahí surgió y ha perdurado nuestra Galicia. ¡Eternos problemas con los orígenes!
Pese lo que nos pese, el oro extraído de las minas de oro de Gallaecia no era para los galaicos precisamente, sino para alimentar la expansión del imperio romano.