Monte Mirallo forma un pequeño sistema montañoso con cumbres cuyas alturas varían entre los 300 y los 450 metros del punto más alto. El lado meridional se distingue por las elevadas pendientes que se muestran cara a la villa de Redondela y sobre el Val do Maceiras. Es en esta vertiente en donde existe un montículo de pronunciadas pendientes en su lado norte y este que se eleva hasta los 338 metros. Es el denominado Coto de Negros y sobre él existió un poblado castrexo, el Castro de Negros.
La importancia estratégica de esta atalaya es su dominio sobre el citado valle, que forma parte de la gran Depresión Meridiana que atraviesa Galicia de norte a sur. Esta accidente geológico fue aprovechado durante la historia por el discurrir de importantes vías de comunicación, como la Vía XIX del Imperio Romano o más tarde por el Camino Portugués que llevaba a los peregrinos hacia Santiago. Anteriormente se trataba de uno de los pocos pasos que daban acceso a Redondela para todos aquellos que provinieran del sur. Por ello, no es de extrañar que el lugar fuera ocupado hace cientos de años para la ubicación de un poblado castrexo y de otras futuras guarniciones que vigilaran el nombrado paso.
El castro, hoy en día, forma parte de una ruta arqueológica que lo une con el conjunto de Mámoas de Penide. Se encuentra señalizado y con diversas placas informativas que nos acercarán un poco a la cultura castrexa. En su lado más accesible aún podremos adivinar restos de la muralla que protegía el flanco débil. En los lados SE y oeste encontramos terrazas dispuestas para albergar el antecastro, es decir, la parte del poblado que se alojó por falta de espacio u otras razones en la zona exterior de la muralla. El camino actual que da acceso al castro es el camino original de entrada, que bordeaba la muralla, aunque desgraciadamente hoy es una pista forestal con otro uso totalmente diferente.
A esta pista que atraviesa el castro, debemos añadir una serie de atrocidades cometidas en este lugar histórico. Lo más grave son las líneas de alta tensión que también lo atraviesan y de las que uno de sus postes de alta tensión se aposenta en la croa, al igual que una antena de telecomunicaciones relacionada con el cercano aeropuerto de Peinador. Estas, junto con unas mesas y una fuente son los protagonistas de estas barbaridades.
Para saber más sobre el propio castro podéis ver este magnífico artículo de Xosé Couñago en donde podremos conocer las leyendas y ritos sobre los «mouros», «serpes», «a igrexa da Preta» y las camas de piedra como la «Cama da Moura» o la «Cama dos Nenos». También conoceremos la existencia legendaria de un río subterráneo que según la creencia llegaría hasta Cesantes.
Desde lo alto del castro tenderemos una formidable vista del Val do Maceiras, la villa de Rebondela, Cesantes, Arcade e incluso parte de la Ensenada de San Simón.