Un «foxo do lobo» era una trampa ancestral utilizada para regular las poblaciones del lobo en determinadas áreas geográficas. Su población hace siglos no era igual que en la actualidad y por eso el lobo constituía una amenaza para el ganado que proporcionaba el alimento.
Existen varios tipos de «foxos» pero básicamente la función era la misma: Hacer que el lobo quedara atrapado en un gran agujero y que de allí no pudiera escapar. Muchos de estos foxos mantienen muros laterales que convergen en el pozo a donde los lobos eran llevados y allí o bien eran lanzeados o mismo el suelo del pozo tenía estacas para en su caída acabar con ellos.
En Parada de Sil, muy cerca del Mirador de Os Mouros o Balcóns de Madrid y a 645 metros de altura se encuentran los restos de uno de estos pozos. Se localiza por detrás del campo de fútbol y en la primera década del siglo XXI fue objeto de una intervención para su puesta en valor. Por ello y para evitar el peligro de caída fue vallado con maderas y señalizado debidamente.
Este foxo de Parada de Sil no presenta muros laterales por lo que suponemos que se trataba de una trampa oculta con maleza para que el animal cayera. De esta forma podían capturarlos incluso vivos. Es también probable que en el fondo colocaran un animal en forma de presa para que el lobo se arrojara a un pozo sin retorno.
Hay quien cuenta que los mismos barrancos de los cañones del Sil, cuyos precipicios se encuentran a escasos metros de aquí, podrían ser trampas naturales para el lobo. Así de esta manera los conducirían hasta el borde y se precipitarían por los acantilados.
Actualmente la presencia del lobo en la zona está documentada hasta la década de los 60 del siglo XX. A partir de aquí el lobo desaparece y ya no es considerado como una amezana para el ganado.
