Escondido en el valle del río Miño, en Paradela (Lugo), se localizan los restos de un antiguo monasterio de orígenes tardorrománicos, en transición con el gótico. Es de destacar el paraje que rodea al monasterio de San Facundo, lleno de balcones para el cultivo de vid en todo la ladera del monte de A Trapa, donde se localiza la Ermita de Penaredonda. Según Ricardo López, la bóveda de la iglesia representa la primera manifestación del gótico en la península. Está constituida por seis arcos de piedra que convergen en una clave colocada a sólo 5,30 m de altura.
Los orígenes del monasterio de San Facundo se remontan al año 1120 y surge para acoger a los peregrinos que se dirigían a Santiago y no podían pagar para pernoctar en Portomarín. Cuando Doña Urraca decidió destruir el puente romano de Portomarín, en 1116, se decidió hacer un paso para los peregrinos en una zona de río con aguas más mansas. Así pues, se construyó este monasterio en el lugar más adecuado para ello, en Paradela.
En el año 1982 fue catalogado Monumento de Interés Nacional y en 1997 sufrió una importante y gran reconstrucción. La iglesia es de una sola nave y remata en un ábside semicircular. En el interior se han recuperado pinturas hispano-flamencas del año 1474. En ellas se representan a San Cristóbal, San Sebastián e imágenes de la Virgen con el Niño.