Foxo do lobo

Foxo do Lobo de Carballedo

En épocas pasadas los montes gallegos estaban plagados de animales salvajes. Animales, que debido a la abundancia de ganado libre y en condiciones de semi libertad, hacían estragos en las ganaderías de los habitantes de las zonas. Por ello eran un enemigo del hombre, ya que diezmaban el ganado. Hay que pensar que en el siglo XIX incluso los osos llegaban a la costa.

Otro de estos animales salvajes era el lobo (canis lupus) que campaba a sus anchas por las sierras habitadas. Por eso los hombres, ya desde la edad media, idearon un sistema para eliminar a estas fieras de manera selectiva. Para ello se construían largos muros («sebes») en forma de «V» y de mampostería o más antiguamente con materiales perecederos, como ramas y palos.

En el vértice de la «V» se localiza el foso. Este foso era de planta circular y podía tener hasta tres metros de profundidad. Los lobos eran acorralados en estos muros y llevados hasta el foso de donde no podían escapar. Allí, o por medio de estacas afiladas donde el lobo moría al caerse o bien era apaleado hasta su muerte. Por medio de una pequeña puerta se retiraban los cadáveres. Las batidas, según referencias escritas, se solían organizar los sábados y a ellas acudían los lugareños.

Es posible que su ubicación pudiera estar ligada a fortalezas medievales en zonas montañosas. Aquí, a poco más de un kilómetro existe un monte que conserva la denominación de Monte Castillo y que conserva restos de sillares que formaban parte de la muralla. La forma de cazarlos consistía en dos grupos de personas con perros que se dispersaban por el monte y haciendo ruido acorralaban a los cánidos en estos lugares donde se les daba muerte.

Aquí, en Carballedo, se conservan los restos de uno de estos fosos de lobo. Cotobade esconde otros dos restos de fosos, en Campo de Anta (Corredoira) y en Conllosa (Valonga).

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