En Gondomar, en la parroquia de Borreiros, existe un alto de 198 metros desde el cual se divisa toda la bahía de Baiona, muchas veces llamada Ría de Baiona, desde Monteferro a Cabo Silleiro. Además de la bahía también goza de un dominio excelente del valle del Miñor.
Esta posición aventajada sirvió para que un poblamiento castrexo se instalara sobre él hace casi 3000 años. Sabemos de una ocupación en la Edad de Bronce extendiéndose hasta la Edad de Hierro y posteriormente hasta los dos primeros siglos de nuestra.
Unos siglos después se dice que sirvió como emplazamiento de una torre o fortaleza defensiva de vigilancia de la costa y del valle. Como decíamos, vistas no le faltan y al alcance tenemos importantes emplazamientos y atalayas como el desaparecido castillo de Sta. Helena en el Outeiro dos Mouros, el Monte Galiñeiro con sus restos fortificados, el Aloia…
Sobre el montículo se pueden apreciar los restos reconstruidos de las bases de tres viviendas circulares, la croa, los terraplenes, los fosos, restos de murallas y una piedra con diferentes grabados milenarios. En esta podremos ver una cruz cristiana de origen medieval o quizás ya de época moderna, que intenta quitar el valor pagano a una cazoleta a la cual llega un pequeño canal. Junto a esto veremos dos hendiduras que recuerdan a unas pisadas y sobre las cuales tenemos leyendas de «mouros» y «mouras» y de una cabra encantada. Como todos los castros también se cuenta la leyenda de la existencia de un pasadizo que llevaba hasta Baiona, concretamente a la fortaleza de Monterreal.
El castro fue mínimamente excavado y acondicionado para su visita en el año 2008 con los fondos Proder y de la Xunta y el apoyo de los comuneros. Fueron necesarios 170.000 euros para su señalización y rehabilitación.
En el momento de nuestra visita (septiembre 2016) el castro se encuentra en estado de abandono, sin aparente mantenimiento y con grandes matorrales que nacen dentro de las viviendas. La señalización está muy dañada y los tojos ocultan parte del asentamiento.
A mediados de los años 80 los comuneros abrieron una pista que destrozó la muralla norte a pesar de que el yacimiento ya era conocido desde principios de siglo XX.