El Monte de A Picaraña se levanta a 387 m sobre el nivel del mar, a escasos kilómetros de Ponteareas y muy cerquita del monasterio franciscano de Canedo. Su cima es un lugar de devoción desde remotos tiempos y se celebran grandes romerías en el área recreativa que se localiza entre los dos picos más altos.
En el más bajo se sitúa una cruz (358 m), de la que se cuenta que sustituyó a una antigua cruz de madera que un rayo se llevó por delante. En el lugar de la cruz están los Penedos da Cruz y el Penedo de Pedro Madruga en donde se cuenta que desde allí vigilaba el valle del Tea. Siguiendo el vía crucis hacia abajo llegamos a la pequeña y curiosa capilla de la Santa Cruz que se construyó en 1907 y poco tiene que ver con la mayoría de las capillas que se sitúan en lugares altos y apartados. Por delante destaca su color blanco, mientras que por detrás se procuró que se mimetizara con las grandes rocas del lugar.
Desde sus cumbres se pude divisar grandes panorámicas de todo O Condado y gran parte del Val do Tea, así como la villa de Ponteareas y sus parroquias. Desde el pico más alto se puede observar el castillo de Vilasobroso. Cuenta la leyenda que en el Picaraña estuvo situada una fortaleza que mandó construir Pedro Madruga para poder vigilar el castillo del Sobroso, ya que este se sentía obsesionado por la posesión de esta fortaleza.
Es aquí donde el suelo nos cuenta una leyenda. Una especie de pisadas de herradura se abren en la gran roca. La leyenda nos cuenta como un caballero cristiano escapó de un gran salto con su caballo, cuando era perseguido por los moros. Sus huellas quedaron marcadas para siempre en la roca. También se dice que una serie de cuevas comunicaban el lugar con el vecino castillo.
Lo que es verdad es que el Picaraña es buen lugar para descansar y disfrutar de unas formidables vistas de todo O Condado.
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Aquí podrás ver la situación de A Picaraña a finales de la primera década del siglo XXI.