Todos sabemos que el río Miño es el río más importante de Galicia y es que sus 315,15 km pasan por tres de las cuatros provincias gallegas e incluso da vida al norte de Portugal.
Lo que ha sido siempre muy discutido es donde nace realmente el Río Miño. Saber con exactitud cuál es la fuente real de un río a veces se hace complicado, pues generalmente los ríos de importancia se forman a partir de diversos arroyos y manantiales.
Desde hace años se contaba y estudiaba que la Lagoa de Fomiñá, en A Pastoriza, era el verdadero nacimiento del río Miño. Diferentes estudios han corroborado que esta laguna se forma por una importante surgencia de agua asociada a rocas calcáreas. Sin embargo, los trabajos geológicos demostraron que parte de A Serra de Meira y su valle están sobre una gran balsa de agua, siendo el Pedregal de Irimia una de las fuentes localizadas a mayor altitud. Por ello, se confirma que el Pedregal de Irimia es el verdadero nacimiento del Río Miño. Esta laguna de Fomiñá, sería el principal aporte de agua desde su nacimiento.
Uno de los primeros en cuestionar el nacimiento del río Miño fue el catedrático de geografía y licenciado en filosofía y letras Francisco Javier Río Barja (Francisco Río Barxa, Lugo 1919- Tenerife 2011).
Quizás nadie tenga razón y el verdadero nacimiento del Miño esté a decenas de kilómetros de aquí. No son pocos los que basándose en mapas y escritos históricos dirían que el Miño nace en la vertiente sur de la Cordillera Cantábrica, a los pies de Peña Ortiz, entre los límites de Castilla León y Asturias. Y esto es que diversos documentos denominan Minius al recorrido del río Sil y que el Miño actual sería su afluente, aportando las aguas en Os Peares. Pero por lo visto tampoco los geógrafos romanos y posteriores se aclaran mucho sobre la realidad de este río Miño.
Dejando a un lado cuál es su verdadera fuente, tanto al Miño como al Sil le debemos agradecer que sus aguas han sido desde siempre un preciado bien para todas las comarcas por donde discurren, siendo muchas veces el gran motor de su economía.
El Pedregal de Irimia se localiza en el concello de Meira, en plena Serra de Meira. Se encuentra a una altitud de más de 700 metros y muy cerquita del Pico do Forno de Martín, una elevación de 896 m en donde se encuentran los restos de un poblado castrexo.
Como su nombre indica, el Pedregal de Irimia está formado por una morrena, una gran cantidad de piedras depositadas durante miles años por la acción de un glaciar. Se trata de una morrena periglacial compuesta en su mayoría de cuarcitas que se originó hace entre 10.000 y 20.000 años.
El agua del río Miño fluye y se escucha por debajo de las piedras de la morrena y poco después sale a la superficie. No tarda en recibir el agua de varios arroyos y después pasa por Meira. A continuación entra en el concello de A Pastoriza y allí es donde une sus fuerzas con las aguas minerales de A Lagoa de Fonmiñá. De ahí hasta su desembocadura ya es otra historia. A no ser por debajo de las piedras del pedregal, el río Miño no desaparece para después emerger en la Lagoa de Fomiña, como muchas veces se afirma.
En el Pedregal de Irimia de Meira existe un área recreativa y el lugar está señalizado con información sobre el nacimiento. Además de las mesas, veremos un par de esculturas creadas por Manuel Pardo, artista nacido en Seoane dos Vaos, Ribeira de Piquín. Se trata de una hecha en hierro denominada «O Pregoeiro do Tempo» y otra en piedra llamada el «Altar de Prisciliano».
En nuestra visita (2022), resultaba curioso observar que uno de los lugares más emblemáticos que representa al nacimiento de «o río pai» y que tanto ha dado a Galicia, se encuentre rodeado de especies alóctonas de rápido crecimiento, como el eucalipto. En lo alto de A Serra de Meira también veremos el horizonte un aerogenerador. Un anticipo de lo que al río Miño le espera en su largo recorrido.
Existen varias leyendas asociadas a este pedregal. La primera nos habla de la «meiga Irimia», quién echó de sus tierras a pedradas a los monjes por una disputa por los pagos de los tributos. Estas piedras dirigidas a los monjes rodaron por la ladera y crecieron mientras la meiga decía: «nunca probaredes as primeiras augas deste río porque é miño.»
Otra nos cuenta la historia de una «vella» que guardaba el ganado en el monte. La anciana protegió al ganado de un ataque de lobos tirándoles piedras y dejando caer las que tenía en su regazo. Como en la anterior leyenda, las piedras crecieron ladera abajo.
Bibliografía
- https://galiciaxa.com/2021/03/tcxa-es/zonas-tcxa-es/pastoriza-tcxa-es/69946/
- https://info.igme.es/ielig/LIGInfo.aspx?codigo=AL059
- Concello de Meira
Yo ya estuve hay.
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