Muy cerca del monasterio de San Estevo, se localiza una senda indicada que se dirige al este. Comienza al lado de la muralla superior del coto del monasterio y discurre por llano aprovechando las terrazas realizadas a través de los años para nivelar la enorme inclinación del terreno que forma el valle del Sil. Nos adentraremos en un bosque de castaños (souto) donde algunos de los ejemplares podrían tener cientos de años, aunque la mayoría presentan signos de su aprovechamiento para madera y de injertos para que dieran más fruto en los brotes jóvenes, a juzgar por los cortes realizados en sus ramas. Un bonito bosque autóctono y unas maravillosas vistas nos deleitaran en este breve recorrido.
A unos doscientos metros no podremos desvíar hacia arriba para observar una construcción tradicional. Se trata de unos de los pocos «sequeiros de castañas» conservados en Galicia. Tiene el aspecto de un viejo muíño, pero en realidad poco tiene que ver con estos. Es una construcción de dos plantas utilizada para el secado de las castañas.
En la planta de abajo se encendía el fuego que con el calor de sus brasas calentaba y secaba las castañas dispuestas en el piso superior separadas por un sencillo piso de madera (caniceira). Después de 15 o 20 días las castañas estaban listas y su puxa (piel) era separada a mano o dentro de un saco golpeado o pisado. Este proceso se le conocía como a pisa y se realizaba para alargar la conservación de las castañas.
La madera de castaño es una de las más apreciadas para cualquier carpintería y hoy en día son muy pocos los bosques de este tipo que se conservan en Galicia. Volvemos a bajar hacia la senda y podremos continuar unos 100 m, pasando junto y entre viejos molinos de agua hasta llegar a uno derruido donde parece que la senda se acaba.
Si vemos detrás de este molino, veremos una pequeña pero hermosa poza con fervenzas, por el que discurre un pequeño regato, conocido como de San Miguel. La poza está prácticamente al borde del precipicio y las vistas serán maravillosas, pudiendo ver parte del valle del Sil. No parece muy recomendable la idea del baño, pues desconocemos su posible peligrosidad. Disfrutemos del paisaje y de las tonalidades de verde que adquiere este bosque en cualquier época del año.
Bonita ruta, creo que aún se puede mejorar. Los secaderos y los molinos podrían restaurarse y de esa manera ofrecer una ruta que por su atractivo y paisaje serían de un atractivo mayor.
Se podría recurrir a los fondos y ayudas que existen para este tipo de proyectos.
Seguro que esto tendría muy buena repercusión en el turismo.