Museo de Man, el Alemán de Camelle

Man, mar, arte y naturaleza… Gnädinger nació en Alemania en 1936 y cursó sus estudios de arte en Italia, siendo después profesor en Suiza a personas con problemas de integración social.

Llegó a Galicia en un viaje sin retorno en el año 1962 y se estableció en la pequeña villa marinera de Camelle. Unos dicen que se quedó por un amor no correspondido y otros que se quedó prendado de la Costa da Morte. Vivió en primer lugar en una casa de una familia alemana que lo acogió pero poco después se instaló en la costa junto al espigón y construyó una pequeña casita para vivir como anacoreta en contacto con el mar y la naturaleza. Allí fue donde comenzó a dejarnos su legado en forma de arte. Era conocido como Man, el Alemán de Camelle, para algunos en vida un loco, pero para otros un artista, filósofo y una persona que nos enseñó a amar a la naturaleza. Sus materiales de arte eran todo los desperdicios (crebas) que recogía y que el mar rechazaba, así como piedras y rocas que daba forma. En el año 2002 y tras la tragedia del petrolero Prestige que echó a perder parte de su obra, dicen que el «Alemán» murió de pena…

Después de muchos años de abandono y con sus obras expuestas al pillaje, al vandalismo y a la fuerza de la naturaleza la cual destruyó gran parte de su obra y su «jardín», se formalizó la idea de construir un centro de interpretación de la obra de Man en Camelle. La idea y también sueño de Man se hizo realidad a principios de año de 2018 cuando el museo abrió al público en general.

Centro de interpretación - Museo — Centro de interpretación – Museo

En este museo se muestra las obras hechas a partir de los objetos que el mar traía a las costas y que el mismo las convertía en arte. Además veremos fotografías, sus gran cantidad de libretas y otros documentos. Gran parte se su obra conservada está almacenada pendiente de estudio.

Junto al espigón se conservan los restos de su «jardín» al aire libre que podremos ver también, eso sí, desde la distancia adecuada con el fin de preservar el poco legado que de su obra al aire libre quedó.