En julio de 2022 la aldea de Vilar y el fantástico conjunto museístico privado de Xan de Vilar fueron reducidos a cenizas por los incendios que azotaron y siguen azotando esta maravillosa sierra. Una pérdida incalculable. Las fotos y el texto de este artículo son de antes de los incendios. Así lo dejaremos. Nunca olvidaremos este fantástico trabajo.
Un ejemplo a seguir, un ejemplo del que las instituciones deberían tomar buena nota y así apoyar estas iniciativas que permiten que una aldea rural se mantenga con vida, o por lo menos, su recuerdo.
No hay mejor museo que aquel que se hace con cariño, con la ilusión de mantener viva una historia real. No hay dinero que lo pague. Puedes pagar varios euros por entrar en un centro de interpretación millonario pero no verás nada igual a este ejemplo de centro etnográfico comarcal privado y aún por encima creado con tan solo la voluntad y el amor a una tierra.
El creador y conservador de este magnífico museo etnográfico particular es Juan Sánchez Rodríguez, más conocido como Xan de Vilar y ha dedicado muchos años a recopilar piezas por toda las aldeas de O Courel. Además de coleccionista, Xan de Vilar es músico, poeta y trovador, a él le debemos que Vilar aún exista.
El museo etnográfico de Vilar lo encontraremos en la misma aldea, debajo de un pórtico por donde discurre el camino hacia el Castro de Vilar y hacia Froxán. Allí, en el bajo de la vivienda, encontraremos una colección de piezas etnográficas excepcional. Es una pequeña dependencia, pero su contenido haría sonrojar a muchos centros de interpretación financiados.
Carros, herramientas, faroles, nasas… y miles de aperos de las tierras de O Courel están aquí reunidos. Una colección única.
El acceso es libre y gratuito, tan solo se pide una pequeña aportación para que Xan de Vilar pueda continuar esta labor privada al alcance de todos.
En las cercanías del museo de Vilar, además de la aldea de Vilar, tenemos un fabuloso «souto», la ermita de San Roque y los restos del Castro de Vilar.
Hará 15 años que pasamos una tarde-noche con Juan. Allí se había parado el tiempo. La energía y el vitalismo de Juan era contando sus historias era todo lo que trascendía en aquella paz que a oscuras era inquietante.