La ermita de Santo Estevo, un peregrinaje al interior

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Me encantan los viajes en familia que aportan sin columpios ni añadidos una mágica experiencia. Ya sabéis que somos de verdes, de historia, de rutas con leyenda y sin ella, de lugares con columpios como guinda o sin columpios y buscamos la guinda. En este lugar encontraremos el corazón de Galicia y nos convertiremos en busca tesoros.

Os traigo a nuestro mundo en el que el gris no llena y el verde tierra enamora, os traigo un lugar con algo más que lo natural, os presento un sendero precioso a una ermita en ruinas que nos dará con ellos una preciosa lección de vida. Creo que este lugar es indicado para niños o no tan niños a los que les encanta irse de ruta. Hoy visitaremos probablemente la ermita más antigua de la comarca de Valdeorras y alrededores, se la conoce como la ermita de Santo Estevo SXII

Galicia es inmensa en lugares, tranquila o movida en experiencias pero en ella hay algo que tenemos claro, nuestra tierra es profunda en vivencias y desbordante en energía. Esta ruta es de dificultad media el camino es algo empinado comenzaremos la ruta desde el pueblo y solo tendremos que andar escaso medio kilómetro para encontrárnosla en medio del monte. No es circular el recorrido será de ida y vuelta.

Subir a la ermita por sus senderos tortuosos te da esa perspectiva de tiempo distinta a la que algunos tienen latente entre compras y ascensores. Acercarte hasta aquí e ir empapándote en verdes, cubriéndote en ramas y cargándote del ruido de un regato no hay dinero que lo pague ni lugar en el que te lo vendan si no lo descubres por ti mismo y empiezas con un primer paso.

Estas experiencias no se envían a tu domicilio ni las puedes comprar en la esquina, esto es un bien solo tuyo y que tienes en tu interior y has de dejar salir, el viajar te hace rico, no lo dudes y en esta afirmación no hay dinero entre líneas y sí muchas emociones. Os contaré lo maravilloso de descubrir lugares, ahí os dejo como viví las ruinas de Santo Estevo de Pardollán. S.XII.

Entras en un pueblo anclado en el pasado, cada una de sus edificaciones están expectantes al “qué te trae hasta aquí”, asombradas de que hayas llegado a contemplarlas porque para Galicia no vale mirar solo con los ojos, hay que dar más importancia a la mirada del corazón y la llevo puesta siempre, a veces demasiado porque me sorprende cada rincón y me emociona cada leyenda.

Te recibe un paseante de este mágico lugar, ensimismado en sus quehaceres, sin prisas, con calma, en paz como respirando cada sorbo de esta tranquilidad que tiene el interior de mi tierra, tan bella y escondida entre la espesura del tiempo y al abrigo de un bosque que tiene como premio el vivir aquí su indulto.

Le preguntas el “donde está” no sin antes despertarlo de su rutina con unos buenos días y se esboza en su cara una sonrisa medida de “bien saben lo que es bueno” y te llena tanto. Me ganan esos encuentros fortuitos sin nombre y con pocas palabras pero que me llenan a veces más que largas conversaciones. Veo marchar el peso de su vida, la paz de su camino y nos deja con una sensación de paso firme pero siempre pausado, ese paso del que ve el tiempo pasar sin prisa y leyendo el instante.

Comenzamos el ascenso a la ermita no sin preguntarnos cómo sería el portar a un ser querido hasta su cementerio allá arriba, nos imaginamos los pasos equilibristas y las pisadas fuertes del que va a enterrar una vida querida plagada de recuerdos y así subimos con nuestro peregrinaje particular portando a las espaldas lo que traemos y nos sobra, porque el solo sonido natural del lugar ya llena nuestro camino.

Sendereando nos encontramos con el cartel de presentación como una más de las lápidas se nos muestra el lugar con su nombre y nacimiento. No hay fecha de partida, Santo Estevo aún sigue vivo aunque sufre la grave enfermedad que tanto patrimonio padece, el abandono, su síntoma principal el olvido y la muerte de los que antes valoraban sus piedras.

Desmoronándose su arte tatuado por el mejor cantero que tampoco está aquí para mostrarnos su preciosa obra, ni el ebanista que tallo con sus manos el retablo y tan orgulloso estaba de lo bien que lo había hecho… No queda nadie para presentarnos su vida pero lo bueno es que llegas aquí y sabes que has de ser tú el que muestre la belleza patrimonial.

Antes lo hicieron otros que llegaron primero y pusieron su bandera en la defensa del patrimonio de la mejor forma, primero preocupándose, limpiando, dándolo a conocer, valorándolo y tomando medidas. Solo queda unirnos a este sentir tan profundo de amor a la tierra e implicarnos porque cada una de sus piedras es la mejor de sus historias.

LA LEYENDA DE MELGOTOS

Cuentan que mi tatarabuelo había sido contratado para trabajar de cavador en unas viñas pertenecientes a Los Barrios, cerca de Ponferrada. Un día que se encontraba cavando se le rompió la azada por lo que tuvo que ir al herrero del pueblo a arreglarla. En la herrería había dos hombres sentados al calor de un fuego charlando como en secreto de algo; mi tatarabuelo les oyó, como de soslayo, mencionar el nombre de su pueblo, Pardollán, por lo que, esperando a que le arreglasen su herramienta, se sentó en un rincón y se hizo el dormido, momento en el cual los dos hombres reiniciaron su conversación.Continua leyendo aquí

La visita a estos lugares ayuda a que no se olviden y se les de el valor que se merecen. Luchemos por nuestros bienes patrimoniales son nuestras raíces, cuentan nuestra historia.

Os recomiendo visitar el mirador de Pardellán es muy bonito y original, y desde él veréis todo el pueblo.


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