Qué decir del verano que ya no te haya dicho!

Ya estoy de vuelta a la rutina e intentando

que no me pierda con la melancolía.

He empezado con el tic tac olvidado, lo había cambiado por las noches en vela disfrutando de atardeceres, contando estrellas, bebiendo elixires mágicos o disfrutando en familia de una cena con lo mejorcito en la mesa.

Cambié el tecleando por el ruido del chapoteo de tus pies, del bullicio en la playa, del sendero sin rumbo, de la ruta en coche sin lugar de destino…

Me voy apartando de los rayos del sol y adecuando mis ojos a un flexo que había dejado apagado.

Voy mezclando mientras escribo los recuerdos de las risas en la piscina, del flotando en el mar, del que me lleve el río y me dejo ir sobrevolando paisajes tan conocidos, ermitas con grandes leyendas.

Me traigo todas tus conchas en el cuerpo, un poquito de arena en las chanclas y sobre todo, el alma cargada de familia, de una charla que teníamos pendiente, de una vuelta a ponernos al día con esos que siempre me llenan, los que siempre están, y me quedo con esa conversación que teníamos a medias y que afloró por un más espacio para ti que hizo que me dé cuenta de que al final tú eliges lo que cuenta.

Me pido, llenar la maleta de cosas que me valgan, de una pizca de lo que siempre está en mi vida y nace con la sonrisa, y ¿sabes una cosa? por más llamadas pendientes que tengamos, siempre llenas mi corazón con esa sabiduría de decir todo como lo sientes, gracias por estar cuando más te necesite y perdón por no haberte necesitado a ti, en otros momentos.

Me quedo con las tardes que regresas con tu sonrisa ya desfigurada de tanto reir cogiendo las olas, de tus días de toalla y manta o de sillón de la reina o del rey.

Me quedo con la alegría de ver aumentada la familia, con sus ojitos, con las barrigas que se mueven, con ganas de tener otro más 😉 aunque no lo digas y me alegro de que cada año que pasa, la casa familiar se haga más pequeña porque quizás lo que la llene no sean sólo nuestros cuerpos, lo que realmente hace que se empequeñezca la casa, es tanto amor.

Me llevo la inocencia del que abraza como si nunca lo hubiera hecho, la mirada del que se alegra de volver a verte, me cojo tus mejores deseos, esos que llenan de mar mis ojos, me traigo tu despedida hasta la próxima vez, y vuelve antes por favor.

Disfruto con los descubrimientos del nuevo miembro familiar, que probó el agua y nadó sin haberlo hecho antes.

Me grabo el ladrido Tea, su significado, ampliar su familia cuatro patas con Magie y la mirada del que busca su amigo al llegar a casa, desde ese momento sigue recordando “el jugando” y la frase se llevan como el perro y el gato aquí cambia de color y dulcifica su significado.

Me tatué en el corazón las vistas, tantas vistas, el olor a mar, el viento que en ningún momento dejo de bailar… el sonido de las voces de mi infancia, el compartir mi vida con los que más quiero.

Celebramos cumpleaños, nuevos años, nos sorprendió la lluvia refrescándolo todo y nos abrasó una ola de calor que sólo se podía combatir con el agua que ya no nos parecía tan fría.

No hicimos pan pero anduvimos mucho para encontrarlo, creamos sueños con lo natural, disfrutamos de la dulce captura de la mora, la preparamos como antaño lo hacíamos nosotros.