Nada más bonito que te cuenten, lo que cuenta

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Empieza la rutina nuevamente, vuelta a la escuela y nunca es tarde para fortalecer la comunicación con nuestros hijos, sobre todo con los que han empezado hace poquito esta nueva etapa de sus vidas.

Les hablamos ya en la barriga creando un vínculo hermoso, les hacemos partícipes de nuestros sueños, nuestras ganas de ver sus caritas, nuestras ganas de hablarles mirándoles a los ojos.

Por ahora todo el protagonismo es nuestro.

El conversar es un ejercicio tan sano para nuestra mente y cuerpo que debemos ejercitarlo día a día como la mejor de nuestars tareas.

Nacen y seguimos conversando con nuestros pequeñ@s, les contamos nuestro día en el trabajo, les hablamos de futuro, de lo que somos y seremos de su mano, seguimos siendo los grandes protagonistas en su historia aún no pueden respondernos pero estamos favoreciendo que ell@s lo hagan muy pronto, acercándoles a palabras que aunque suenan muy lejanas, pronto tendrán su timbre y se crearán como propias.

Se acerca el gran momento, ese que vendrá con una primera palabra y será el inicio de la mejor de las historias.

Conversar, dialogar, comprender, empatizar, charlar, charlar sin más…Si lo hacemos de manera temprana, será un hermoso habito que se fortalecerá con el tiempo, no os diré que es el más importante pero casi.
Ya hablan y nos hablan, se lo hemos enseñado de manera natural, como cuando le ponemos nombre a cada objeto que despierta su curiosidad y repetimos pausadamente para que imite cada una de sus sílabas.
Hemos creado en ell@s el arte de contarnos su cuento preferido, historias aún balbuceantes del crecer.

Se nos ha pasado volando el tiempo y empiezan la guardería o el cole, el primer trimestre también nos ha volado en un inicio de emociones constantes, su primer dibujo, su sonrisa al salir, su lagrima al vernos… a partir de ahora tendremos que hacer mejor las tareas y para ello os daré unas pautas para que las conversaciones con vuestros hijos sean un libro abierto, y nos salgamos de ese ¿qué tal tu día hoy? «bien» que nos da pocas pistas de como están pasándolo y que a veces no es tan bien y se nos quedan cosas en el tintero.

Estas preguntas nos ayudarán a que tengamos una comunicación fluida con los más pequeños y un acercamiento a su día a día que nos proporcionará la llave para saber más de sus inquietudes y de su forma de sentir.

Hazlo desde bien pequeñitos porque la comunicación es la mejor de las aliadas en la familia.

Primer paso, has de hacerle preguntas cortas y concisas que den pie a hablar de otras cosas, no generales ¿qué tal tú día? que pueden ser zanjadas con un monosílabo y cerrará este momento mágico de conversar.

Segundo y más importante sólo tengo ojos para ti, nuestro pequeñ@ conversador necesita ser el centro de nuestra atención, es decir, nos olvidamos de lo que estemos haciendo, móvil sin sonido y siendo todo oídos y no orejas, ellos son las estrellas, es su momento no el nuestro.

Si quieres que surja la confianza más adelante debemos forjar la importancia de su conversación desde el primer momento.

Muy importante acordarte de lo que te cuenta, se sentirá importante y escuchado.

El Tercer y más importante ingrediente jamás le quites importancia a lo que te está contando, «eso son tonterías, no seas crí@, mira que te haces un problema de nada», a veces nos olvidamos de que estamos frente a unas personitas que no saben cómo manejar sus emociones, Ah! y tampoco te olvides de que no debes presionar «el que te lo cuente», dales tiempo, lo harán.

Recuerda siempre, si para ell@s es un gran problema, seguramente lo sea dentro de su pequeño mundo, ayúdales a solucionarlo ( no quisieron jugar conmigo, mi amig@ se ha enfadado, no he hecho bien las tareas..) dale las herramientas para afrontarlo, la primera es hablar y que tenga comprensión desde nuestra posición. Consejo sé niño nuevamente y vive sus «grandes problemas» intentando atajar la solución dentro de la mente que encierra su edad. Solo esperan contar con la ayuda de los grandes para crecer con confianza y de la manera feliz.

Habla con mensajes claros y adaptados a cada una de sus etapa. 

Algunos ejemplos de preguntas que nos pueden ayudar a empezar una gran conversación:

¿Con quién almorzaste o te sentaste en el pupitre? ¿Quién te tocó delante o detrás en la fila? ¿fueron hoy todos a clase?
¿A qué jugaste en el recreo? ¿con quién jugaste?
¿Cuál fue el peor o mejor momento del día?
Si pudieras cambiar algo de tu día ¿qué sería?
¿En que trabajastéis hoy?
Del 1 al 10 ¿cuál es tu puntuación para el día?

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