El verano es un buen momento para saltarse alguna vez que otra los horarios y realizar una actividad que cuando empieza el curso académico es difícil de realizar y no es que nos volvamos vagos o prefiramos un sofá, es que para rendir lo de trasnochar no encaja y el tiempo tampoco es que acompañe mucho.
Disfrutar de atardeceres con niños pasa de ser anécdota veraniega, al mejor recuerdo del verano, así que, os invito a sentir la noche, da igual el lugar lo importante es la compañía.
Contempla cómo se despide el sol, siéntelo tuyo y sobre todo disfruta del turismo del atardecer.
Me ha dado cuenta de a cada edad se disfruta de manera distinta los atardeceres momentos de expectación y de ilusión, como un regalo intensamente vivido, con morriña del tiempo pasado o envuelto en momentos pasados.
Hoy he querido compartir el momento atrapando su vuelo porque aunque no lo queramos se hacen mayores y los atardeceres pasarán a ser un día instantes únicos en los que nosotros seamos meros espectadores.
«Espero vivir atardeceres infinitos y disfrutarlos con tanta ledicia»