El río Tamuxe, también llamado Carballas, divide la Serra do Argallo y los montes de Oia. Este valle era un paso obligado para aquellos que provenientes del este se dirigían hacia el Monasterio de Santa María de Oia. Es por eso que varios caminos cruzaban estas sierras en dirección a Baiona y a la costa de Oia, en donde se ubica el monasterio. Para vadear el río existían diversos puentes de los cuales hoy ya no podremos ver nada. Sin embargo aún se mantienen en pie muchas «pontellas» que a buen seguro siguen los pasos de esos antiguos caminos.
Diversos escritos seculares citan la existencia de un monasterio dependiente de Santa María de Oia ubicado en San Mamede de Loureza en el siglo XII. A día de hoy nadie sabe su ubicación exacta ya que no se han encontrado sus restos. Probablemente las antiguas edificaciones monacales pasaran a formar parte de nuevas edificaciones posteriores con la consiguiente desaparición aparente de cualquier resto.
Un buen lugar para su ubicación podría ser el que nos ocupa: Un valle recogido con grandes terrazas aptas para el cultivo, zona de paso y cruce de caminos y una excelente comunicación con O Rosal. Además esta pequeña población da nombre a la parroquia de San Mamede de Loureza.
En este lugar tenemos un curioso y particular grupo de casas rehabilitadas recientemente junto al río. Sus estructuras de piedra y mampostería y su agrupación nos recuerdan a antiguos cenobios.
Junto a ellos existe una pontella para cruzar el Tamuxe. Esta conserva una estructura antigua, quizás del siglo XVIII. Sin embargo el puente está totalmente reformado e incluso habilitado para el paso de vehículos. Se puede apreciar bien el hormigón utilizado el último siglo para su afianzamiento en los tajamares y en parte de la calzada. Se nos muestra claramente el paso de los lustros sobre él ya que podremos apreciar el hundimiento de las losas por el paso constante de los carros. La pontella tiene cerca de 20 metros de largo y cerca de tres de ancho. Muy probablemente su longitud original era mucho más pequeña pero la construcción de una «ceña» unos metros más abajo provocó que el río se embalsara y ancheara su cauce con la consiguiente adecuación del puente.
Otro de los motivos que nos llevan hasta el siglo XVIII es la existencia de un hermoso peto situado a unos metros del puente. Son innumerables las veces que se repite este tipo de conjuntos en Galicia en el paso de caminos transitados por puentes deciochescos.
El peto es conocido como «Peto da Santa» aunque de la «santa» ya no quede nada. Dentro de la hornacina tenemos una imagen actual de San Antonio Abade. Se cubre con un tejadillo a dos aguas con molduras sobre la que se asienta una cruz con pedestal rectangular decorado también con molduras. El peto se asienta sobre una base de toscos sillares. Este peto además tiene junto a él una fuente con caño de piedra a la que se accede por unas escaleras.