A Siota es una pequeña aldea de Xunqueira de Ambía que se localiza a 1 km al sur del famoso monasterio.
De esta aldea destacaremos su capilla, dedicada a Santo Antón y Santa Rita. A primera vista no parece tener nada especial, pero realmente esconde unas piedras milenarias de valor históricamente incalculable.
La capilla, o por lo menos su aspecto actual, data del año 1905, tal y como indica una inscripción grabada en uno de los sillares colocados sobre la puerta adintelada. La espadaña podría ser aún más reciente, ya que sobre su base tenemos marcado el año 1922. Si observamos con detalle sus muros apreciamos que probablemente existiera una construcción anterior. Veremos la diferencia entre los sillares modernos y las antigua mampostería que incluso marcan las antiguas vertientes de su anterior cubrición.
Pero como decíamos, lo más sobresaliente de esta iglesia son varios de sus sillares. Uno de ellos se localiza en el muro de la cabecera de la ermita y se trata de una antigua ara romana reutilizada. Esta se encuentra gravemente dañada, ya que fue cortada e incluso su inscripción fue repicada. Según el investigador Xabier Moure, sería un ara romana dedicada a Júpiter y aunque con una inscripción de difícil lectura podría contener lo siguiente: «IOM/VALER(us) F(lavius)/F(lavinus) USLM».
En el muro tenemos otra de esas piedras reutilizadas, pero esta vez quizás de origen alto medieval y puede que prerrománica. Se trata de una ventana geminada, que viene a ser una ventana doble o en pareja. Este tipo de ventanas geminadas tienen su origen en la alta edad media, por lo que es probable que esta piedra fuera reutilizada de un templo anterior o hubiera sido traída desde otro lugar.
Esta ventana es muy parecida a la que tenemos en A Bola, en la ermita del Alto de San Cibrán. La piedra es rectangular y de granito y tiene unas medidas de 1,14 por 0,53. También tiene sobre las ventanas una inscripción en donde se aprecia una cruz y “ERAMOA”, “FE/CIT…”
En este mismo muro de la ermita de A Siota tenemos otra curiosa piedra con un grabado de difícil interpretación y por lo tanto sin datación aproximada.
A muy pocos metros tenemos los restos de un balneario del siglo pasado que incluso llegó a embotellar agua, el Balneario de Porteiro.