Existen bienes patrimoniales e históricos que por motivos ajenos a ellos se han visto forzados a convivir con paisajes que hasta hace poco eran inimaginables para estos. Es el caso del Puente dos Brozos, que has duras penas ha conseguido salvarse de la barbarie de la tecnología y de la civilización y mantenerse casi intacto. Este se ubica en el corazón de un gran área industrial conocido como O Polígono do Sabón. Hoy forma parte del Paseo Fluvial que discurre sobre este polígono paralelo a un río herido por el progreso, el río Bolaños.
Se le supone un pasado romano, ligado a la vía que recorría la costa y que era conocida como Per Loca Marítima. A través de los siglos el puente sufrió varias modificaciones hasta llegar al estado actual. Hoy presenta dos arcos con un tajamar contra la corriente. En el lado contrario tiene una pila que crea un apartadero junto a la calzada que también conserva un viejo enlosado. A pesar de no tener ojos apuntados la calzada se encuentra en ligera pendiente en ambos lados.